La
democracia, la equidad y la justicia social, la paz y la armonía con nuestro
entorno natural deben ser las palabras claves de este mundo en devenir.
La
educación es “la fuerza del futuro”.
La educación debe mostrar que no hay
conocimiento que no esté, en algún grado, amenazado por el error y por la
ilusión. Un conocimiento no es el espejo de las cosas o del mundo exterior.
Todas las percepciones son a la vez
traducciones y reconstrucciones cerebrales. Es bien sabido, los innumerables
errores de percepción que sin embargo nos llegan de nuestro sentido más fiable,
la visión.
El sentimiento, el odio, el amor…pueden
enceguecernos, pero también, el desarrollo de la inteligencia es inseparable de
la afectividad, ésta puede enceguecer el conocimiento pero también
fortalecerle; el debilitamiento de la capacidad para reaccionar emocionalmente
puede llegar a ser la causa de comportamientos irracionales.
Si pudiera haber un progreso básico en el
siglo XXI sería que, ni los hombres ni las mujeres siguieran siendo juguetes inconscientes
de sus ideas y de sus propias mentiras. Es un deber importante de la educación
armar a cada uno en el combate vital para la lucidez.
El siglo XX ha producido progresos
gigantescos en el conocimiento científico, pero al mismo tiempo se ha producido
una ceguera hacia los problemas globales. Hay que conjugar los conocimientos,
no separarlos y reducirlos a la mínima expresión.
La enseñanza del futuro deberá ser una
enseñanza primera y universal centrada en la condición humana. Como seres vivos
de este planeta, dependemos vitalmente de la biosfera terrestre; debemos
reconocer nuestra muy física y muy biológica identidad terrenal. Todo
desarrollo verdaderamente humano significa desarrollo conjunto de las
autonomías individuales, de las participaciones comunitarias y del sentido de
pertenencia con la especie humana. La educación deberá ilustrar el principio de
unidad/diversidad en todos los campos.

Transformar la especie humana en
verdadera humanidad se vuelve el objetivo fundamental y global de toda
educación, aspirando no sólo al progreso sino a la supervivencia de la
humanidad, la conciencia de nuestra humanidad nos deberá conducir a la
solidaridad. La educación para el futuro deberá aprender una ética de la
comprensión planetaria.
El pensamiento debe encaminarse para afrontar
la incertidumbre. Todo aquello que implica oportunidad implica riesgo y el
pensamiento debe diferenciar las oportunidades de los riesgos, así como los
riesgos de las oportunidades.
Educar para la comprensión humana es
enseñar la comprensión entre las personas como condición y garantía de la
solidaridad intelectual y moral de la humanidad.
La comprensión es a la vez medio y fin de
la comunicación humana. El planeta necesita comprensiones mutuas en todos los
sentidos. Dada la importancia de la educación en la comprensión a todos los
niveles educativos y en todas las edades, el desarrollo de la comprensión
necesita una reforma planetaria de las mentalidades; esa debe ser la labor de
la educación del futuro.
Una política del hombre, una política de
civilización, una reforma de pensamiento, la antropo-ética, el verdadero
humanismo, la conciencia de Tierra-Patria reducirían la ignominia en el mundo.
Objetivos: Fomentar
una buena conciencia sobre el mundo en el que vivimos.
Contenidos: Conocimiento
de los diversos ecosistemas del mundo y las cosas que lo pueden destruir.
Metodología: Fichas
con dibujos sobre flora y fauna, y dibujos sobre cosas que contaminan el
planeta. Deben colorear los dibujos y
pegarlos en un mural.
Temporalización:
6 sesiones de 20 minutos.
Evaluación: Observación.
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